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La vida no ha concluido

En días pasados tuve la gran bendición de acompañar a mis padres en la fiesta de su aniversario matrimonial número cincuenta.

No he encontrado estadísticas respecto a cuál es el porcentaje de matrimonios que logra recorrer esta cantidad de años juntos, sin embargo, si parto del dato de que casi la mitad de parejas que unen sus vidas se divorcian y del hecho de que la muerte suele alcanzar al menos a uno de los esposos antes de que cumplan los setenta años de vida, deduzco que en mi familia formamos parte de un grupo privilegiado que logra celebrar este aniversario.

Reunidos recordamos eventos y situaciones del pasado que nos hicieron reír. También compartimos fotografías que nos recordaron lo absurdo que ahora se ven los atuendos que en aquéllas épocas eran lo más bello de la moda. Incluso explicamos y profetizamos a la siguiente generación (la de mis hijas y sobrinas) que en el futuro sus propios hijos, y ellas mismas, se mofarán de sus vestimentas actuales al ver las fotografías que estábamos tomando en esos momentos.

A pesar de lo hermoso que resulta compartir y disfrutar nuestros recuerdos, me niego a creer que el pasado era mejor que el presente, considero que no es ni mejor, ni peor, simplemente el pasado es lo que elegimos recordar de él, pero el presente es lo que decidimos hacer ahora. Podemos convertirlo en algo terrible o maravilloso, es cuestión de adaptarnos a este tiempo y actuar con base en lo que queremos, que el futuro sea un bello recuerdo.

Me da tristeza escuchar frases como: “me hubiera gustado ser arquitecto”, “yo hubiera deseado viajar más”; “nunca pude participar en una competencia importante de este deporte”, “si hubiera dominado otro idioma, mi vida hubiera sido distinta”. Todas estas oraciones se expresan en pasado, como si quienes las hablan ya hubieran muerto y no tuvieran más oportunidades en su vida. Si usted está leyendo esta reflexión es porque su vida no ha concluido. El hecho de que ya tengamos recorrido buena parte de nuestro trayecto existencial, no quiere decir que hemos llegado al fin del mismo.

Los seres humanos tenemos la gran virtud de contar la posibilidad de moldear y modificar nuestra forma de vida. Tal vez ya no podremos convertirnos en unos profesionales del fut bol si contamos con más de 35 años de edad, pero todavía podemos disfrutar de este deporte, inscribiéndonos a un torneo de adultos, entrenando un equipo de menores de edad o como público entusiasta desde la tribuna. No caigamos en buscar todas las justificaciones posibles para los anhelos que nunca decidimos alcanzar: “es que tengo hijos que cuidar”, “es que a mi edad ya no es posible”, “no tengo tiempo suficiente”. Nos auto engañamos con frases como éstas porque no estamos dispuestos a hacer el esfuerzo por algo que deseamos.

Le invito a luchar por lo que anhela, no se rinda, la vida es corta, muy corta; pero los seres humanos somos muy creativos y persistentes. Reviva sus deseos, recuerde que es lo que siempre ha querido ser, hacer y tener. Todavía es tiempo. La vida no se trata de ver quién ha logrado más resultados, alcanzado más metas o acumulado más bienes. No, desde mi perspectiva la felicidad está más relacionada en cómo vivimos, qué tanto disfrutamos y a cuántos bendecimos cuando nos encontrábamos en medio del camino hacia esos resultados, metas y bienes. No sé cuántos años tiene como persona o de compartir sus momentos con alguien más, pero le aseguro que sin importar qué tantos sean, todavía hay cosas por vivir, amigos con los cuales conversar, hijos qué disfrutar y actividades por realizar. No desperdiciemos los hermosos instantes de vida que tenemos hoy. Si ha tenido diferencias con alguien que ama, solicite perdón u otórguelo. Convierta esa riña en algo de lo que se pueda reír en el futuro, tanto usted como la otra persona. Tómese unos minutos para recordar a quiénes desea hacer una llamada telefónica, con quiénes quiere irse a tomar un café, con quiénes debe trabajar una reconciliación, qué actividades disfruta hacer y hace tiempo no hace y a qué personas necesita abrazar y decirles que les ama. Todas estas actividades son perfectas, pues nadie se ha arrepentido de realizarlas. Disfrute su vida y recuerde que ésta aún no ha terminado.

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