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Con tus papás o los míos

“Es que siempre quieres que celebremos en casa de tus papás”; “lo que pasa es que nunca has querido convivir con mi familia”; “jamás cedes, siempre dices que el próximo año, pero cuando se acerca la fecha sales con la misma historia”; “lo que pasa es que mis padres ya están muy grandes y quizás ésta sea la última navidad con ellos”; “para serte sincero no me gusta pasar navidad con tu familia”.

Navidad es un tiempo de convivencia familiar, sin embargo puede convertirse en motivo de diferencias matrimoniales debido a con qué familiares pasarán los días de fiesta. Existen varios factores que entran en juego para decidir en casa de quien se tendrá este tiempo especial: la distancia, el estado de las relaciones, las costumbres de cada familia, si otros parientes visitarán a los familiares de la ciudad viajando desde lejos; dónde celebraron el año anterior, etc.

Aunque el tema parece tan trivial que no merecería escribir al respecto, para muchas parejas y familias es motivo de crisis y conflictos, echando a perder una época que debería ser agradable y divertida.

Veamos algunas alternativas de solución al respecto: – Que la pareja defina con mucha anticipación dónde pasarán esos días. Esto permite tener suficiente para que los familiares que no verán hagan otros planes y que cualquier persona desilusionada lo asimile – Si hay familiares de ambos en la misma ciudad, pasar con una familia nochebuena y con la otra año nuevo o el día 25. – Invitar tanto a los padres de ella como a los de él a celebrar navidad en su casa (esto funciona bien para familias no muy numerosas). – Organizar una mega fiesta donde ambas estirpes se reúnan completas. – Alternar un año con cada una (la más común, popular y probablemente justa). – Tener la reunión navideña con una de las familias días antes y pasar noche buena con los otros familiares o incluso por su propia cuenta. – Y para los que no deseen tomar responsabilidad de sus decisiones o tener largas e incómodas conversaciones, por no decir “discusiones”, está el tradicional “volado” para que el azar decida. ¿Será broma?

Seguramente existen más posibilidades, pero lo realmente importante es desarrollar un nivel de comunicación en la pareja en que, con toda sinceridad y apertura, escuchen los puntos de vista del otro. Hay que atreverse a platicar sin ocultar deseos e ideas, pero cuidándose de no usar palabras o frases ofensivas. Así que olvídense de los “nunca”, “siempre”, “tú mamita” y cosas por el estilo. Dejemos el orgullo a un lado. Recordemos que navidad es tiempo para convivir con la familia, no para pelear por causa de ella. La diferencia se producirá si dejamos de preocuparnos por hacer nuestra santa voluntad y buscamos disfrutar de nuestros seres queridos. Que bien nos haría convertirnos en agentes de gratitud, alegría y expresión de cariño hacia nuestros familiares, tanto políticos como de sangre, independiente del pasado y la justicia. A fin de cuentas tampoco era justo que el Creador se despojara de su grandeza para tomar lugar en la tierra como un simple y humilde ser humano y, si mal no recuerdo, de eso se trata la navidad, ¿o no?

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